Así como soy un feliz usuario de Software Libre, también ocupo cosas propietarias. No son cosas excluyentes. A veces leyendo varias publicaciones, libros, blogs, revistas, foros, queda la sensación de que la idea de libertad del software muchas veces se impone por sobre el desarrollo del software mismo o peor aún, sobre los intereses de los directamente afectados: los usuarios.
También es frecuente que digan que quienes defendemos el software libre generalmente lo hagamos ridiculizando al rival de siempre: Microsoft. Me incluyo (y me disculpo), la imagen es una ironía evidente. Pero lo hice a propósito en esta ocasión, pues quiero mostrar el lado contrario de la moneda que el amigo Christian Leal expuso en su blog. En general, prefiero evitar hacer esto pues solo tiene a arrastrar la discusión hacía lo que menos importa. Siempre es y será más valioso concentrar esfuerzos en superar las falencias propias que denigrar al rival. (aclarado esto, pueden olvidar la imagen, si quieren).
Christian dice que muchos de estos trasfondos ideológicos no le interesan en nada al público final. No estoy muy seguro, pero supongamos que así es. Eso no quita, que el publico final comprenda los procesos que hay desde la manufactura del silicio hasta y hacer clicks. Se que no es fácil explicar que los programas son «ideas escritas en código», pero cualquiera entiende que el yogurt es leche procesada. Es raro porque sin necesidad de saber que proceso exacto es el que convierte la leche en yogurt, los productores de lácteos perfectamente saben cuando el cliente encuentra un sabor más rico que el otro.
En cambio mucha gente no entiende claramente el orígen del software, he sido testigo de gente que cree que el software los hacen los propios computadores y/o que simplemente aparece cada cierto tiempo.
En el caso del software o «ideas escritas en código» proviene de las ideas de los ingenieros, economistas, sociólogos, diseñadores, … profesionales en general, y el mismo público. El público es al fin y al cabo el actor principal en el desarrollo, por eso cuando el usuario comprende que puede intervenir en estas «ideas», es cuando los beneficios de los cambios llegan más rápido. Ocurre lo mismo tanto en el lado de software libre como en el lado del software propietario.
Es por eso, que la libertad en el software es más que un plus o un valor agregado. Es una poderosa llave para entrar al proceso del desarrollo.
¿Que al usuario no el importa meterse a esas cosas? Claro que sí. A todos los usuarios le interesa tener las mayores prestaciones posibles a un mínimo costo, como con cualquier producto (microeconomía básica). Y cuando escogemos A por sobre B es una de las formas en que decimos que A cumple más que B por menor costo. Pero esta suposición básica implica que el cliente conoce completamente A y B. Para mí, parte importante de los problemas está acá.
Lo que concuerdo plenamente de la discusión en El Francotirador es que a veces los usuarios acaban frustrados, más que nada por el ejercito de desinformantes que atacan cuando se busca ayuda. A veces sin quedarles otra que dejar tirado al pingüino y volver a donde estaban.
Cuando yo me topo con problemas, tanto en Windows como en Linux, me irritó igual como cualquiera lo haría. Es frustrante cuando cosas simples se tornan imposibles. Por eso es que en base a mis experiencias, termino decantando más por B que por A. En Linux también he tenido pésimas experiencias. Y con pésimas, me refiero a perdidas catastróficas. En esta ocasión, como un usuario más me enfrente a la Ventana de Colores, quedando más frustrado que con cualquier otra cosa.
(Antes de leer el resto, aconsejo un café y/o algo para entretener las muelas, se viene largo)
Seguir leyendo Rompiendo la maldición de la Ventana de colores →